Un día, mientras paseaba por un barrio antiguo de la ciudad, descubrí una pequelña tienda extraña. En su interior había varios bancos alargados unidos a mesas. El conjunto recordaba a los bancos de escuela.¡Pero las personas que estaban instaladas en esos bancos no escribían ! ¡Estaban trabajando con hilos de todos los colores y tejían magníficos cuadros ! Acababa de descubrir el oficio del telar y la tapicería.
Durante años no he dejado de pensar en esos aparejos extraños y de soñar con esos cuadros.
Hasta que un día me sobrevino una « idea divina » que bien podría haber tenido antes :
« ¡Haz lo mismo ! »
Aquí les presento los últimos frutos de esta « idea divina ».